lunes, enero 04, 2010

En el pueblo...

Lo que pasa en el pueblo, se queda en el pueblo... Eso es lo que me gusta pensar, cualquier imprudencia, salida sin maquillaje, baile sobre una mesa o cosa que se le parezca, queda registrada en la historia como un "suceso en el pueblo".

Esta vez el viaje no fue diferente, salvo un grupo de gente nueva que me encantó... Cada uno con sus particularidades, probó ser tan auténtico y valioso como yo. Los amé, confieso que los considero mis amigos y de verdad deseo volver a compartir horas de ocio, alcohol y música con ellos.

Pero, claro, la trama se complica cuando alguien que no hace ni ruido de pronto se revela imponente y, con cierto carácter, reclama la atención que deseaba y que yo estaba dispuesta a darle. Lo vi más veces que a todos los demás y, en cada ocasión, la simpatía y la ternura que me inspiraba se confundían con una pasión tímida y respetuosa que, a decir verdad, me sorprendió.

Hace mucho no me sentía así y quizá por eso disfruté tanto de su compañía... Mi escepticismo no me permite creer todo lo que escucho pero sus palabras me resultaron interesantes y hasta ahora me hacen reflexionar acerca de las oportunidades que a veces, por miedo, dejamos pasar para luego atormentarnos con la duda.

Esta vez nos la jugamos y, para mi, resultó en un final de año totalmente inesperado, alocado, divertido y, sí, memorable. Las ganas de quedarme fueron fugaces, pero existieron, alimentadas con besos y caricias que sentí conocidas, pero que luego entendí que eran nuevas, compartidas con una persona que nada tenía que ver con el pasado... Tampoco con el futuro.

Lo que pasa en el pueblo, se queda en el pueblo... Ese al que ahora, quizá, me gustaría regresar.