viernes, noviembre 26, 2010

A El Calafate sin escalas.

Después de lo que sentí como mil días, hoy por fin estoy encaminada al lugar que acoge mi Everest personal. Lo soñé, lo deseé, lo imaginé, pero en menos de 24 horas mi propia entereza será puesta a prueba cuando empiece a caminar sobre el Glaciar Perito Moreno.

Lejos de casa, de todo lo conocido, tengo a los autobuses como un entorno ligeramente familiar, son muy parecidos a los de Venezuela, aunque dentro lleven un mundo de culturas diversas, expresándose cada una en su propio idioma. Casi todos van acompañados, menos yo, que decidí emprender este viaje por mi cuenta.

Han sido 25 días de pocas reflexiones, muchas sorpresas, alegrías y susto, de sueños cumplidos y una permanente sensación de logro: Estoy orgullosa de mí.

Hace dos días, cuando hice mi bautismo de buceo, uno de los buzos avanzados que me acompañaba en el bote, dijo que yo era valiente y aventurera. Fue la primera vez que me sentí así, y ahora no dejo de verme de ese modo, es el espíritu de aventura lo que me trajo a más de 10000 kilómetros de distancia de casa.

Aún no estoy segura de qué busco, fuera o dentro de mí, pero me siento feliz de estar aquí, de haber visto un cielo despejado con tantas estrellas que parecía de día, de haber bajado al fondo del mar a mirar el costado de un barco hundido, de haber jugado con pingüinos y ballenas, con ovejas y guanacos.

En 25 días he vivido más que en los últimos 10 años, he conocido gente y lugares que antes sólo miraba en tv y en mapas, me he reído en distintos idiomas, he comido y tomado de lo que se me ofrece, aprendiendo así que lo conocido no siempre es lo que más tiene que gustarnos, siempre, siempre puede haber algo más ajustado a lo que somos y queremos.

Curiosamente no he tenido mucho tiempo sola, así que esas reflexiones profundas “cambia-vida” han tardado en aparecer… Quizá ahora, tan cerca del fin del mundo, por fin encuentre mi propio comienzo.

martes, noviembre 09, 2010

Buenos Aires... Nuevos aires!!! [Parte I]

Hoy cumplí, oficialmente, mi primera semana en Buenos Aires... Y no fue para nada lo que tenía previsto!!! Esos itinerarios turísticos, enfocados en hacerme consumir la ciudad en cápsulas, se fueron al carajo y con ellos, esa sensación de apuro que tienes cuando sabes que tu tiempo es limitado. 

Apenas el primer día hice un paseo nada típico al "Sabana Grande" de acá: Once, un sector donde consigues cualquier cosa, a cualquier (bajo) precio. Turismo doméstico pues, algo que de verdad no estaba previsto, igual que la visita a Casa Rosada, donde empecé a conversar con un bonaerense de nacimiento, que ya pasa de los 65 años, mantiene el amor por su ciudad y su país y está convencido de que no hay mejor lugar en el mundo para estar que este.

No vi a Cristina ese día, tampoco el fantasma de Néstor, ni siquiera algo que me sirviera como recuerdo clásico de la visita a una casa presidencial, al menos una protestica, unos militarcitos malencarados... 
Nada, hasta los policías de esta ciudad son sexy, eso me asusta!

Luego traté de tomar el bus del city tour, para conocer a otros turistas que me hicieran sentir en ambiente. Resulta que no pude porque ya había salido el último!!! Mi desesperada búsqueda del espíritu turístico fue nuevamente, infructuosa.

Caminé hasta perderme (cosa imposible porque el subte no te lo permite) y abordé un tren con destino a otro tren que me llevaría a casa... No contaba con un muñeco encorbatado que iba parado a mi lado, padeciendo del mismo calor que yo, puteando y reputeando hasta que me hizo reír. Empezamos a hablar, para mejorar nuestra bastante desagradable situación y, justo antes de indicarme que llegaba a mi estación, me pidió que le escribiera para salir a tomar algo. Amistosos los argentinos!!!

Esa noche, en casa, mientras comía frutillas (fresas) y abría una botella de vino, recibí una enorme sorpresa: tenía un email con una solicitud de reunión para una entrevista de trabajo O_o un correo de una desconocida, en una ciudad desconocida, de una empresa desconocida, que miedo... Y sin embargo, al día siguiente, al recibir la llamada, me animé tanto que decidí aceptar la reunión. Faltaban dos días, así que tenía que aprovechar mi tiempo.

El jueves me fui hasta el Obelisco, a caminar por la 9 de Julio, a mirar los carteles publicitarios, los anuncios de obras, shows y recitales... Momentos después, me metí en el Café de la Ciudad, donde un mesero muy divertido me hizo compañía mientras probaba una divina merluza. Me atoré, no con un espina, sino con la impresión que me causó un señor mayor, que desde el vidrio de afuera me lanzó un beso y me dijo "hermosa", los argentos no se cortan ante nada, pensé, al tiempo que el mesero me decía "si yo fuera mujer, sería hermosa como Julia Roberts y todos los hombres me lanzarían piropos" O_o WTF!?

Conocí a un antropólogo que me acompañó a caminar hasta Puerto Madero, jugó a ser mi guía turístico esa tarde y disfrutó de la ciudad desde la visión de esta turista de mentira, que aún no ha comprado ni un souvenir!!! De ahí, nos fuimos a Retiro, para ubicarme en el Terminal de Pasajeros, donde quedé abrumada por la cantidad de autobuses, taquillas, puestos de comida y revistas, carteles de horarios de salida y llegada. Fácil pues!

Volviendo a casa, esa noche, caí en cuenta de que había caminado en total, más de 35 cuadras ese día. Estaba agotada y necesitaba dormir muy bien porque tenía la reunión al día siguiente, mi primera reunión de trabajo en Buenos Aires...